domingo, 3 de marzo de 2013

Un argentino y un brasileño ‘suenan’ como candidatos para sustituir a Benedicto XVI

Un argentino y un brasileño ‘suenan’ como candidatos para sustituir a Benedicto XVI
El cardenal argentino Jorge Bergoglio (izq.) y Odilo Scherer (der.), actual arzobispo de Sao Paulo. Foto: Vanguardia/ EFE
BUENOS AIRES, ARGENTINA.- La renuncia al papado de Benedicto XVI disparó las especulaciones y puso a cardenales de todo el mundo a realizar consultas para explorar quién podría ser el Papa 266.
Los nombres del cardenal de Milán, Angelo Scola, o del canadiense Marc Ouellet, actual prefecto de la Congregación de los Obispos, parecen arrancar en punta. Pero considerando los cambios en la Iglesia y el peso regional dentro del catolicismo, los obispos latinoamericanos son considerados Papables no sólo por los expertos sino por los cardenales del cónclave.
En 2005, en el Cónclave que eligió a Benedicto XVI, el cardenal argentino Jorge Bergoglio quedó en segundo lugar con 36 votos, según fuentes eclesiásticas. Hoy, con 77 años y problemas de salud, está fuera de la competencia.
Pero hay dos cardenales brasileños y un argentino que son aspirantes serios. Se trata de Odilo Scherer, actual arzobispo de Sao Paulo —la mayor diócesis de América Latina después de la de México—, Joao Braz de Aviz, actual prefecto de la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y Leonardo Sandri, desde hace seis años prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.

Odilo Scherer
Descendiente de alemanes por parte de madre, el cardenal nació en la ciudad de Cerro Largo, en Río Grande Do Sul, hace 63 años. Se ordenó como sacerdote en 1976 y en 2001 el papa Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Sao Paulo. Después se convirtió en presidente de la Conferencia Episcopal brasileña.
Considerado un conservador “con la suficiente habilidad política para pasar por moderado”, sin vínculos con la Teología de la Liberación, Scherer reemplazó al obispo de Sao Paulo, Claudio Hummes, en 2007, meses después de convertirse en inseparable del Papa Benedicto XVI durante la visita de éste a Sao Paulo.
Suele atacar a la Iglesia Evangélica y los sacerdotes carismáticos, a quienes les regaló la frase “La Iglesia no es un espectáculo”. Otra frase célebre suya tiene que ver con los matrimonios del mismo sexo: “El cuerpo humano no es una metamorfosis ambulante”.  Para los expertos, Scherer completa su condición de “candidato fuerte” por mantener su lugar en la Condición Cardenalicia de Vigilancia del Instituto de Obras Religiosas, conocido como “el Banco Vaticano”.

Joao Braz de Aviz
El prefecto brasileño dio una demostración de carácter al “reclamar” un Papa latinoamericano, diciendo que en esta región vive 41% de los católicos del mundo y que “la base de la Iglesia se trasladó a América Latina, Asia y África, mientras que en Europa sólo quedaron los monumentos históricos”.
A los 65 años, Braz de Aviz es el más afable y carismático de los cinco cardenales brasileños habilitados para participar del Cónclave. Doctor en teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, su carrera religiosa casi se truncó en 1984, cuando fue tomado como rehén por dos asaltantes en una favela afuera de Apucarana. Los uniformados que perseguían a los delincuentes dispararon y Braz de Aviz perdió un ojo.
En 1994 fue nombrado Obispo de Vitoria (Espíritu Santo), donde permaneció hasta 1998, cuando Juan Pablo II lo designó al frente del obispado de Ponta Grossa. Cuatro años más tarde pasó al obispado de Maringa y en 2004 al de Brasilia. Hace dos años, Benedicto XVI lo designó para el cargo que hoy ejerce. Inteligente y simpático, Braz de Aviz no ha dudado en decir: “No puedo decir que soy candidato, puedo decir que soy uno de los 117 (hoy 115) candidatos…”.

Leonardo Sandri
El argentino fue el encargado de anunciar, el 2 de abril de 2005, la muerte del Papa Juan Pablo II. Hoy, este porteño hijo de italianos, de 69 años, aparece como otro Papable por su condición de “buen conocedor de la Santa Sede” y su vasta carrera diplomática.
Antecesor de Braz de Aviz en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, Sandri siempre ha ocupado puestos encumbrados en la Iglesia, incluyendo la nunciatura en México por algunos meses.
Los vaticanistas lo señalan como hombre cercano al ex secretario de Estado vaticano, cardenal Angelo Sodano, enemigo número uno del actual número dos de la Iglesia, Tarciso Bertone.
Su extensa red de contactos en la Iglesia de varios continentes y su sólida preparación intelectual lo ayudan en su condición de papable. Su edad y su cercanía con Sodano aparecen como los mayores obstáculos en los cálculos previos al Cónclave.

¿Una Iglesia con 2 Papas?
RÍO DE JAINEIRO, BRASIL.- Fue el Papa Benedicto XVI quien decidió que seguirá llamándose “su santidad Benedicto XVI”, o “Papa Romano Pontífice emérito”.
No es una formalidad. Los cardenales no sabían cómo podría seguir llamándose un Papa que renunció a serlo. El que debería haberse llamado a partir de su renuncia “cardenal Ratzinger”, decidió que seguirá con el nombre de “´Papa Benedicto XVI”, que escogió el 19 de abril de 2005, cuando el Cónclave lo proclamó nuevo obispo de Roma y jefe de la Iglesia Universal.
Seguirá también vistiéndose de blanco, como el nuevo Papa y no de negro como los cardenales. Y su anillo papal, “Anillo del Pescador”, no será destruido como cuando un papa muere. Lo hacen pedazos con un martillo de oro y marfil y con esos restos se construye el anillo del próximo Papa.
El anillo de Benedicto XVI que él mismo se hizo labrar por un orfebre italiano, será sólo “anulado”, no destruido. Aún no se sabe si continuará o no en la mano del Papa dimisionario. Se despojará solo de los zapatos rojos para calzar unos marrones, regalo de mexicanos.
Los anillos papales se destruyen a la muerte del pontífice porque antiguamente los papas sellaban con ese anillo los documentos papales. Se destruían para que nadie pudiese usarlo ilegalmente firmando documentos falsos.
Se ha dicho que Benedicto XVI fue mejor intelectual que gestor del gobierno de una Iglesia que se le habría escapado de las manos. Lo cierto es que ha sabido gestionar hasta en los más mínimos detalles su renuncia y su futuro.
Además de decidir el día y la hora en que dejó de ser Papa, también decidió dónde pasará los dos próximos meses: en el castillo de Castel Gandolfo
Ratzinger podría vivir donde quiera, en su casa en Alemania, o en un país del tercer mundo pobre o donde quisiera. Pero decidió seguir viviendo dentro del Vaticano, a menos de cien metros del nuevo Papa, en un convento ubicado en los Jardines vaticanos.
De esta forma, la Iglesia tendrá que convivir con dos Papas: uno formal, el que saldrá del Cónclave y otro “emérito”, que se despedidió con misteriosas palabras que deberán analizar con lupa los teólogos. Dijo en su último discurso a los fieles en la plaza de San Pedro: “Mi deseo de renunciar al mandato petrino no revoca la decisión que tomé el 19 de abril de 2005. No regresaré a la vida pública. No abandonaré la cruz”.
¿Qué significa? ¿Qué fue lo que decidió el día en que fue elegido papa y a lo que hoy no renuncia? ¿Qué significa que “no abandona la cruz”? La cruz que él tomó sobre sus hombros el día de la elección a la que afirma no renunciar es la de cargar con el peso y la responsabilidad del gobierno de la Iglesia Universal.
Ahora el mayor problema para el nuevo Papa será cómo convivir con su antecesor aún vivo, vestido de blanco como él, que ha querido vivir a su lado y que ha dado a entender que no descuidará lo que decidió el día en que fue elegido obispo de Roma.
Todo dependerá de la personalidad del nuevo elegido. Si, como se espera, su sucesor será de alguna forma indicado por él, con sus mismos principios teológicos y visión del mundo y de la Iglesia, la misión del nuevo Papa será fácil. De alguna forma reinarían juntos sobre la Iglesia.
Si el Cónclave ofreciera una sorpresa y nombrara a una personalidad con deseos de abrir caminos nuevos con decisiones inesperadas, el problema se agudizaría. Como ha señalado el escritor brasileño Frei Betto, gran conocedor de la Historia de la Iglesia, que pertenece al movimiento de la Teología de la Liberación, al nuevo Papa le será muy difícil, mientras viva su antecesor, tomar decisiones sobre cambios en la Iglesia que él no tomó y que nunca hubiera tomado.


Por: El Universal/ José Vales
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FUENTE: http://m.vanguardia.com.mx/lospapableslatinos%3bconozcalos-1494955.html

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