lunes, 26 de enero de 2015

El matón de Humala

El matón de Humala
La frase shakespeariana de Marcelo, guardia de Elsinor, sobre la podredumbre del reino de Claudio la deben estar pronunciando muchos policías y militares peruanos que ven cómo sus jefes desnaturalizan la democracia por la paranoia del gobierno de Ollanta Humala con respecto a disidentes y opositores.

Han salido a la luz pruebas de espionaje contra adversarios reales o supuestos por parte de órganos de inteligencia que deberían ocuparse del terrorismo y la delincuencia. Sólo la revelación de que una de las víctimas era la actual Vicepresidenta de Perú, Marisol Espinoza, a la que la esposa de Humala, Nadine Heredia, bloqueó en beneficio de una parlamentaria cercana cuando pretendía presidir el Congreso, ha obligado al Presidente peruano a anunciar que abrirá la Dirección Nacional de Inteligencia para las investigaciones necesarias.

De no haber estado este caso entre los revelados por la prensa, el gobierno de Humala habría seguido haciendo lo que hace desde que, hace año y medio, se supo por primera vez que espiaba a sus críticos:negarlo, acusar a la oposición de montar patrañas y utilizar como dispensa perfecta el hecho de que se hacía lo mismo en los años 90.

La intensificación de estas prácticas coincide con escándalos de corrupción relacionados con personas que tuvieron en su momento relación con la pareja presidencial e hicieron luego negocios con el Estado. También, con el hecho de que el Perú está a meses del inicio de la campaña electoral para las elecciones de 2016.

Una pieza clave de este esquema es el ministro del Interior, el general Daniel Urresti, personaje al que Humala nombró a pesar de estar procesado por el asesinato de un periodista ocurrido en 1988. El general dedica su tiempo a insultar y amenazar a sus críticos, y a jactarse de la información que tiene sobre ellos, incluyendo la sexual, que dosifica en las redes sociales. Se las ha ingeniado para ofender a muchos ciudadanos, pero su primitivismo verbal y desplantes populistas, como sucede en estos casos, le han granjeado cierta popularidad (un 49% lo rechaza y un 41% aprueba su actuación, cifra casi dos veces superior a la de Humala y su mujer).

Existe la convicción entre gente que está fuera y dentro del gobierno de que Urresti está vinculado a las operaciones de destrucción de adversarios. En el protoplasmático caos que es el organigrama de los servicios secretos, la Dirección Nacional de Inteligencia coordina sus acciones con servicios de distintas armas, incluyendo dos que pertenecen al Ministerio del Interior. Las partidas reservadas de la DINI, un tercio del presupuesto, son inaccesibles para la democracia peruana. Los que han tratado de investigarlas aseguran que se han comprado potentes aparatos de interceptación telefónica.

Humala ha tenido en ciertos casos que comunicar privadamente a algunas víctimas de espionaje del propio Estado lo que sucedía, inventando coartadas: por ejemplo, que en realidad no los espiaban a ellos sinos a sus custodios…

La manera proterva y violenta de actuar y hablar del ministro Urresti, comparable a la de los ministros venezolanos y sin parangón en democracias latinoamericanas, equivale a una jactancia cotidiana de su poder. A diferencia del coronel Adrián Villafuerte, un militar del humalismo que sirvió a un general cercano a Vladimiro Montesinos en los años 90 y fungió de asesor en la primera etapa de este gobierno,Urresti, experto en telecomunicaciones, opera la mitad del día con luces y taquígrafos.

¿Están preparando, como cree hoy parte de la oposición, la perpetuación del gobierno de Humala por interpósita persona? ¿Sería Urresti el mascarón de proa? En lo personal, no tengo esto tan claro como algunos opositores, pero tampoco tengo dudas de que están actuando bajo una considerable paranoia y que estos métodos funestos puede enturbiar todo el proceso electoral.

FUENTE:
CARTA DESDE WASHINGTON 
Blog de Álvaro Vargas Llosa, escritor y periodista 
http://voces.latercera.com/2015/01/24/alvaro-vargas-llosa/el-maton-de-humala/


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